Años atrás nos aventuramos en un gran viaje. Pudimos conocer rincones del Sudeste Asiático, Australia, Nueva Zelanda, Colombia, India… y la verdad, no os vamos a contar nada nuevo que no haya sentido aquel que haya viajado. Sensación de Libertad, conectar profundamente con la vida y con lo que realmente es uno. Emoción, pureza, conexión y autoconocimiento. Y es que en el camino descubrimos que aquel que se entrega al viaje lo hace de una forma auténtica, desprendiéndose de máscaras y dejando de ser aquello que los demás esperan que sea. Las barreras se desploman, los miedos se transitan y uno crece. Algo nace en tu interior, es la huella del viaje.

Vuelves a casa, pasan los días y para cuando te das cuenta aquello que alguna vez sentiste tan intensamente tuyo, pasa a ser una huella lejana. Pero no fue la huella la que se alejó, sino nosotros que sin saberlo volvimos a cambiar el rumbo. Y es que el tiempo siempre correrá en tu contra si uno no vive de forma consciente.